A veces fantaseo con la idea de que soy una persona sociable, de que tengo muchos amigos, en todas las partes del mundo, con los que intercambio una correspondencia intensa. Imagino que no me da pereza telefonear a Fulano e invitarle a comer, para estrechar lazos. Invento que la comida resulta apasionante, que no me vengo abajo en el segundo plato, que no estoy deseando volver a casa, con mis libros, mi ordenador, mis cuadernos, mi soledad, mi rabia, mi odio, mi frustración, mi desasosiego, mi gin tonic de media tarde, mi aturdimiento nocturno... Imagino también que soy feliz con lo que la vida me ha dado, que no envidio a nadie, imagino que me gusta la música y que puedo pasar la tarde entera tumbado en el sofá, escuchando una ópera (o dos, ignoro cuánto duran). Imagino que ordeno mis libros por orden alfabético (o por cualquier otro, qué más da) y que encuentro siempre el que busco (por lo general, doy con el que no busco).
Pero no nos desviemos de la sociabilidad. No aburrirse en la compañía de los otros, no preguntarse qué hago yo aquí, Dios mío, no renegar de tus congéneres y por lo tanto ser bueno, ser una buena persona, no en el sentido idiota de la palabra, sino en un sentido que quizá no se haya descubierto todavía. Quizá para ser bueno haya que ser un poco malo. Lo ignoro porque no soy bueno, quizá tampoco malo, pues los malos son también, en el fondo, un poco buenos. Y decir la verdad siempre, siempre, siempre, y no sólo los domingos y fiestas de guardar. Decir la verdad, ahora, sería inviable porque tengo pensamientos horribles acerca de los demás (aunque también acerca de mí mismo).
Por lo general, estas fantasías bondadosas me atacan en el metro, rodeado de gente que, como yo, cree saber adónde va por esos túneles de Dios. El otro día, un hombre sentado junto a mí (un ecuatoriano, creo) me preguntó si aquella línea era la de Callao. Iba justo en la dirección contraria y se lo dije. El hombre dudó unos segundos y al final exclamó: "¡Y qué más da!". Me sobrecogió aquella indiferencia que tomé por un rasgo de sabiduría, incluso de heroísmo. Al día siguiente, bajé de nuevo al metro e intenté viajar sin saber adónde, pero no me salió. Y es que no soy bueno, coño, no soy bueno.
Pero no nos desviemos de la sociabilidad. No aburrirse en la compañía de los otros, no preguntarse qué hago yo aquí, Dios mío, no renegar de tus congéneres y por lo tanto ser bueno, ser una buena persona, no en el sentido idiota de la palabra, sino en un sentido que quizá no se haya descubierto todavía. Quizá para ser bueno haya que ser un poco malo. Lo ignoro porque no soy bueno, quizá tampoco malo, pues los malos son también, en el fondo, un poco buenos. Y decir la verdad siempre, siempre, siempre, y no sólo los domingos y fiestas de guardar. Decir la verdad, ahora, sería inviable porque tengo pensamientos horribles acerca de los demás (aunque también acerca de mí mismo).
Por lo general, estas fantasías bondadosas me atacan en el metro, rodeado de gente que, como yo, cree saber adónde va por esos túneles de Dios. El otro día, un hombre sentado junto a mí (un ecuatoriano, creo) me preguntó si aquella línea era la de Callao. Iba justo en la dirección contraria y se lo dije. El hombre dudó unos segundos y al final exclamó: "¡Y qué más da!". Me sobrecogió aquella indiferencia que tomé por un rasgo de sabiduría, incluso de heroísmo. Al día siguiente, bajé de nuevo al metro e intenté viajar sin saber adónde, pero no me salió. Y es que no soy bueno, coño, no soy bueno.
Juan José Millás
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Hola, ¿Qué tal?
ResponderEliminarYo tampoco soy bueno, pero qué más da...
Millás es mi admirado autor actual, intento aprender de él siempre. Sus artículos y novelas los disfruto con ansias. Tuve la suerte de ver algunos textos míos leídos y publicados en su sección de la SER.
Gracias por traerlo, este artículo no lo había leído.
Un abrazo
Que buena reflexión¡¡¡¡
ResponderEliminarEstas cosas vienen bien de vez en cuando...
para hacernos pensar.
Gracias de nuevo por tu aportación.
besos
Hola, Mateo. También yo admiro a Millás, tiene un sitio de honor en mi casa.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, un beso.
Qué bien lo explica el maestro Millás, verdad?
ResponderEliminarUn besico, Anatxu.
No me gusta ni su colunna, ni me gusta como escritor, pero si puedo decir que me ... nose su libro "El mundo" aunque niega y desniega que sea autobiografico.
ResponderEliminarMilla ses de esos "escritores" que terminan por marearme tanto la perdiz que acabo perdiendome en mi mismo, casi tanto como yo conmigo mismo en la estacion de Callao.
Ps. Me lo dijo Ivonne, un dia hago un post y te ries a gusto!!!
Vamos, q tampoco es tan complicada la estación de Callao... :) No suelo leer la columna de Millás, porq no leo los periódicos; pero me gusta muchísimo cómo escribe y yo, de mayor, quiero ser como él. Es cierto q tiene la habilidad de profundizar en el interior, y eso es lo q me más me gusta.
ResponderEliminarIvonne ha sido muy amable al responderme, reitéraselo, por favor.
Besicos.
Me encantan las reflexiones de Millás, él siempre ha de buscar la vuelta para que uno se quede pensando en lo que ha dicho :)
ResponderEliminarMira que casualidad que ahora mismo leo un libro suyo de relatos cortos que me está entusiasmando.
un beso, Sara
Frabisa, Millás tiene la costumbre de ahondar en la naturaleza humana y eso siempre es enriquecedor.
ResponderEliminarBesicos, nena.
No me gustaría sentirme identificada con la primera parte de este texto. También quiero grandes correspondencias, tampoco quiero que me dé pereza estrechar lazos, llamar por teléfono, tampoco quiero que en el segundo plato ya quiera volver a casa. Me gustaría ser sociable y que la gente no me pareciera o aburrida o despreciable. Pero no es así. Sin embargo, no envidio a nadie, como él dice, ni quiero ser más feliz. Me gusta así.
ResponderEliminarUn abrazo, Sara.
Ay, amiga, me quedo con lo mas chungo... Vivimos en un mundo lleno de Latidos de Soledad...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Me gusta como nos llevas a la reflexión, son hermosas.. por que nos ayudan a avanzar por este camino de la vida.
ResponderEliminarUn Placer leerte siempre..
Un abrazo
Saludos fraternos.
Que tengas una feliz semana...
si hay cada uno suelto por ahiiii!!!
ResponderEliminarBesos pestañika maña!!!
¿Cuando quedamos para ir de fiesta?
Besos.
Ps. Nooooooo Conoces a Ivonne??? Es fantastica!! Cuentamelo todo, todo.
(La innombrable)
Yo con Millás tengo el sentimiento al 50%, la mitad de las veces le asesinaria, y la otra mitad lo pondría en un altar, como es el caso de la ultima linea de tu post...jajajaja
ResponderEliminarBesos y salud
Fusa, a mi me ocurre algo parecido... Lo mismo es q, con la edad, nos volvemos más herméticos, menos gregarios, y lo q preferimos siempre es nuestra propia compañía. Personalmente, cada vez me gustan menos los mogollones de gente.
ResponderEliminarBesicos.
Pues sí, Antiqva, vivimos en un mundo donde esos latidos q dices se oyen más q los del corazón.
ResponderEliminarBesicos.
Adolfo, ójala las relexiones, las vivencias de los demás nos pudieran ayudar, pero me temo q uno sólo aprende a través de las propias.
ResponderEliminarUn besico.
Hola, Bego. No, no conozco a Ivonne, salvo por unas líneas q hemos cruzado. En cuanto a lo de la fiesta, sólo dime el día y la hora... ;)
ResponderEliminarBesos, preciosa.
Genín, Millás siempre suscita la controversia. Yo hago trampa, siempe traigo aquí las cosas q me gustan, no todo lo q escribe :)
ResponderEliminarBesicos.
Lo leo mas bien poco o nada, por un instante creia que era tuyo.
ResponderEliminarBesos maravillosa.
Ostras, Narciso, qué cumplido tan bonito... ójala algún día yo aprenda a escribir así!
ResponderEliminarUn besico.