domingo, 26 de octubre de 2008

Como tinaja


En los días buenos, de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al como cuevas secretas;
en esos días, amor
mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel
y el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.


Gioconda Belli

lunes, 20 de octubre de 2008

17 de octubre


El pasado viernes fue un dia especial. No porq mi rutina diaria se hiciera diferente, no. Me levanté a la misma hora de todos los viernes, tomé el mismo bus, trabajé en el mismo sitio... Claro q me ilusionaba ir ese finde a Alcalá (mi Alcalá, bordada de cigüeñas), me ilusionaba estar con mis hijos y con mis amigas, caminar por esas calles tan queridas, oler y ver y sentir eso q me fué cotidiano y ahora es tan puntual. Pero fue, sobre todo, un día para darle vueltas a la maquinica de pensar. Y le dí, le dí. Llegué a la conclusión de q, si tuviera un frasquito de ese elixir para olvidar q tanto he deseado, probablemente no lo probaría. Supe, sin lugar a dudas, q me gusta lo q soy; y eso no sería posible sin lo q fuí, sin lo q lloré, sin lo q perdí para poder ganar otras muchas cosas. Comprendí q, para apreciar la dulzura en toda su medida, es necesario haber tragado grandes dosis de vinagre y amargura. Me dí cuenta de q, pase lo q pase, siempre amanecerá mañana (claro, hasta el día q no y entonces no hay más q hablar), siempre hay gente q nos quiere pese a todo, siempre hay algo por lo q partirse la cara y el alma, siempre hay algo q olvidar y mucho para recordar con ternura. Sí, el viernes fué un día especial. Fué mi cumpleaños.

lunes, 13 de octubre de 2008

Alborada



Se acurrucó contra mí. Permitió que la abrazara.
En la quietud de la tarde se confirmó la alborada,
se abrieron las rosas rojas de su cuerpo, nieve blanca.

Se acurrucó contra mí. Tenía miedo y lloraba.
Le dije con voz tranquila que el cambio no cambia nada,
que ella era la misma niña, igual que ayer y mañana,
que era grandioso el milagro que el tiempo le regalaba.

Le dije, abrazo que arropa, que su reloj funcionaba,
que ya se olía en el aire esa fragancia esperada.
Me contestó que era injusto, que en los hombres no pasaba.
Le respondí que ellos tienen otros sustos, otras cargas.

Y yo la abracé más fuerte mientras mi llanto rodaba
y llorábamos muy juntas el árbol fuerte y su rama,
fluyendo las dos unidas, fundiéndonos sin palabras,
semejantes como nunca, mujeres de viento y agua.
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miércoles, 8 de octubre de 2008

Soneto

No tuve yo más ley que tu figura
y el lazo de tu pelo por abrigo;
tu camisa de holanda, mi enemigo;
tu tijera, mi cetro y desventura.

En chinelas pasé mi noche oscura,
enhebrándote agujas de castigo.
Con un bastidor falso por testigo,
el juez prevaricó de tu costura.

No quiero ya saber qué lleva dentro
este fruto de abril, cansado y triste,
cuya flor disecaste en tu diario.

Me busco el corazón y no lo encuentro;
olvidé que, por juego, tú lo hiciste
bebedero anteayer de tu canario.

Antonio Gala

viernes, 3 de octubre de 2008

Charcos



En el tiempo pasado sin edad ni motivo,
los charcos de la calle atravesaba a nado
y llegaba a su casa, heroína empapada,
chapoteando dentro de sus botas de goma,
con aquélla sonrisa, dicen, transfigurada
y las mejillas rojas y frías tras su hazaña.
Los charcos eran mundos profundos, submarinos,
que las hojas de otoño como naves surcaban.
A menudo pantanos, oscuros, peligrosos,
si al meterse despacio se enturbiaba su fondo.
En el tiempo parado el charco era ventana
que mostraba el capricho de las nubes y el cielo;
otro color de cielo y la nube era mosca,
mariposa, velero, ballena, una cuchara...
Y jugaban los charcos de tarde con la niña
y los miraba el tiempo, parado sin motivo,
que jugaba a saltarse las reglas de los astros.
Que puede ser un charco océano infinito
si una niña lo enreda en su lazo de juegos
y hasta el tiempo se para, no hay edad ni motivo
que destruya el momento, que desvele el misterio.

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miércoles, 1 de octubre de 2008

El Principito


A LEON WERTH
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños.


Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan).
Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:


A LEÓN WERTH
cuando era niño



Así empieza uno de los libros más bellos que jamás se han escrito. Pienso que esta sola obra de Antoine Saint Exupèry justifica toda una vida. Hice la prueba cuando mi hija era pequeña: ella vió, sin duadarlo, una serpiente que se había comido a un elefante. Este libro toca suave y dulcemente esa fibra infantil que llevamos dentro y nos hacer ser mejores. Es una auténtica joya.