martes, 29 de diciembre de 2009

Las gaviotas


Todas las tardes
se reunen las gaviotas
frente a la estación del tren:
Allí repasan sus amores.

En su libro de memorias
dos flores de sándalo:
una señala la página de los puentes,
otra la de los suicidas.

Y tambien guardan una fotografía
del mendigo que, hace tiempo, transportaba
los despojos del mercado.

Pero su pequeño corazón
-que es el de los equilibristas-
por nada suspira tanto
como por esa lluvia tonta
que casi siempre trae el viento,
que casi siempre trae el sol.

Por nada suspira tanto
como por el inacabable
(cabalé, cabalá),
continuo mudar
del cielo y de los días.



Bernardo Atxaga
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martes, 22 de diciembre de 2009

Buenos deseos


Ya se que las cosas, a veces, no van bien.
Siempre nos falta algo o alguien, y nos duele ese agujero del corazón que,
en estas fechas sobre todo, se pone a dar gritos.
Nos asusta no tener trabajo, no tener salud, no tener compañía...
Nos asusta el paso del tiempo y la incertidumbre,
y nos duelen los recuerdos.
Pero, a pesar de todo, hoy es un día de alegría.
Sí, porque yo te escribo esto y tú puedes leerlo,
porque tenemos una casa donde vivir,
el suficiente dinero para comprar la comida de Navidad,
algunos regalos que harán sonreír
a gente que amamos,
y la salud suficiente para disfrutarlo.
Así que vamos a llenar una copa de esperanza,
de gratitud por lo que nos dieron,
de cariño por los que tenemos la suerte de que nos quieran,
y vamos a brindar por esta Navidad, otra más,
y vamos a aprovechar cada minuto
sintiéndonos cercanos y contentos,
porque yo te siento así.

Un abrazo grande, grande,
que la suerte te toque con su dedo de oro,
que consigas todo eso que ansías
y que Dios, o como quiera que tú lo llames,
te bendiga.

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sábado, 19 de diciembre de 2009

Esta nostalgia




Este sueño que vivo,
esta nostalgia con nombre y apellido,
este huracán encerrado tambaleando mis huesos,
lamentando su paso por mi sangre...
No puedo abandonar el tiempo y sus rincones,
el valle de mis días
está lleno de sombras innombrables,
voy a la soledad como alma en pena,
desacatada de todas las razones,
heroína de batallas perdidas,
de cántaros sin agua.
Me hundo en el cuerpo,
me desangro en las venas,
me bato contra el viento,
contra la piel que untada está a la mía.
Qué haré con mi castillo de fantasmas,
las estrellas fugaces que me cercan
mientras el sol deslumbra
y no puedo mirar más que su disco
-redondo y amarillo-
la estela de su oro lamiéndome las manos,
surcándome las noches,
desviviéndome,
haciéndome desastres...
Me entregaré a los huracanes
para pasar de lejos por esa luz ardiendo.
Estoy muriéndome de frío.



Gioconda Belli


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jueves, 17 de diciembre de 2009

Bolero



Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.



Julio Cortázar


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viernes, 11 de diciembre de 2009

Momentos felices



Cuando llueve y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?

Cuando salgo a la calle silbando alegremente
—el pitillo en los labios, el alma disponible—
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican la alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que se siente?

Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro —sé que todo es fiado—,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así la muerte,
¿no es la felicidad lo que trasciende?

Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es la felicidad lo que amanece?

Cuando voy al mercado, miro los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?

Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
«Estaba justamente pensando en ir a verte».
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarme en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?

Gabriel Celaya

jueves, 10 de diciembre de 2009

No hemos ganado

Me acaba de decir mi hijo que su blog no ha sido el más votado. El ganador ha sido "Pardillos" http://www.perdidos-comic.blogspot.com/
Enhorabuena!
A todos vosotros, amigos y amigas del Elixir, muchas gracias. Sois la caña, que lo sepáis.

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lunes, 7 de diciembre de 2009

Caminan por la playa


Bajo el cielo estrellado caminan por la playa
como si no existiera mas ley que la sonrisa.
El mar los acaricia, su cómplice mirada
los aleja de un mundo que no les pertenece.
Pasean por la playa, y esa playa infinita
es un hogar sin tiempo ni nubes de tormenta.
Se conocen apenas, se miran, se detienen,
se miden uno al otro desde el fondo del alma
y todas las estrellas se asoman a sus ojos,
de yerbabuena y menta se les llenan las manos
y la voz se les quiebra en un hondo suspiro
y la luna los cubre con su manto de plata.

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martes, 1 de diciembre de 2009

Diciembre


Si un día rompo a cantar,
todo cantará conmigo.

Esta mudez de los campos
se rasgará con mi grito.

Las nubes vagan sin prisa
desnudándome el camino.

¡Qué desolado horizonte
en este mes de los fríos!

Hay un revuelo de escarcha
sobre los jóvenes pinos.

Diciembre levanta un cáliz
de pájaros en exilio.

Yo dormida, voy soñando
dulces lares encendidos…



Susana March