jueves, 25 de junio de 2015

Nada que decir




No es que no escriba
porque no tenga nada que decir.
O que sentir. O que soñar.
Es que hay tanto, tanto,
que escribo con los ojos
sobre los pétalos de amapolas
que dejan el campo enrojecido.
Escribo encima de la retama,
amarilla y hermosa como el sol
o mi alma.
Escribo en mi cerebro
palabras que emocionan
a esa flor del camino que parece una espada
cuyo nombre no sé
y tampoco me importa.
Lleno folios y folios dentro de mi cabeza.
No necesito tinta.
Escribo con mi sangre.
Y tengo un mar entero que brama
y se desborda
y naufrago y me salvo
y respiro y me ahogo
y me crezco, me expando,
en mi mismo universo.
Podría decir tanto
que prefiero callarme.

Sara Royo