miércoles, 30 de noviembre de 2016
lunes, 28 de noviembre de 2016
Me gusta oír la lluvia
Tiene un ritmo cambiante, distinta intensidad. Es música.
A veces se derrama despacio, se deja caer como lágrimas o
como caricias, suave, sin ruido. Puede ser tan menuda que no sabes si te moja o
te pincha de mentira. Puede ser tan leve que desafíe la ley de la gravedad y
vaya bailando hasta caer en el suelo, como una diminuta y redonda plumita.
A veces es fuerte, se enfada y trae un recado de los dioses:
no sois nada, no podéis contra la furia y la rabia del cielo. Entonces son
gotas enormes que se estrellan con estrépito en los cristales de mi ventana,
que encharcan el suelo de mi terraza. Una percusión de como dedos que
tamborilean directamente desde las nubes sobre los coches, el empedrado, la
tierra y los árboles (benditos árboles). Por la calle, la gente camina
apresurada bajo sus paraguas. Las luces nocturnas se reflejan en los charcos
del suelo y mi calle, desde ese ángulo, podría ser Broadway, París o Milán,
porque el asfalto mojado es un gran lienzo impresionista donde todo tiene
cabida. Cualquier ilusión, cualquier deseo, cualquier esperanza.
Me gusta oír la lluvia. Un cacao caliente, unas velas, el
cercano y embriagador aroma de los jacintos, la seguridad de tu guarida. El
tiempo parece pararse sobre la colorida mantita de lana que te arropa y, mientras
llueve afuera, dentro hay una tibia quietud, una especie de paz. Y aunque
siempre falta algo o alguien, se parece mucho a la felicidad.
sábado, 26 de noviembre de 2016
Si se me cubriera el corazón de escarcha
(Foto de Teresa Salvador)
Si se me cubriera el corazón de escarcha
si una de estas noches se me olvida
guardármelo en el pecho y arroparlo
y me lo encuentro así por la mañana
helado, blanco, frágil, quebradizo
que ya no pueda volar ni ser torrente
que llore nieve en vez de agua salada
prepararé urgente un plan de huída
a mi planeta, cuyo nombre he olvidado
para volver a ser gaviota y risa
y revisar las grapas que le quedan
por si se cubriera el corazón de escarcha.
Sara Royo
jueves, 24 de noviembre de 2016
Hay palabras...
Hay palabras que cierran una puerta
con candado de sal y desengaño.
Hay palabras que abrazan y acarician,
hay palabras de otoño y de verano.
Hay palabras que pueden condenarte
a cadena perpetua del deseo,
hay palabras que brillan como ascuas
y que son de la sed abrevadero.
Hay palabras de vino y de veneno,
hay palabras que matan dulcemente,
que se cuelan muy dentro tan despacio
que no puedes siquiera defenderte.
Hay palabras que son tan peligrosas,
que te llevan tan lejos y sin vuelta
que podrías perderte en el camino
como un triste barquito en la marea.
Hay palabras que son como puñales,
como espuma de mar y como lirios,
hay palabras que me dan mucho miedo,
hay palabras que casi nunca digo.
Sara Royo
miércoles, 23 de noviembre de 2016
lunes, 21 de noviembre de 2016
Café para dos
En la mesa de madera
hay un café para dos.
Cacao, nata, dos pajitas.
Un fuerte expreso debajo.
Y la risa, las miradas.
Con cada sorbito un poco
del tiempo que nos debemos.
Un pedacito de brownie
que sabe mucho a ternura.
Como puede llenar tanto
solo un café para dos.
Sara Royo
domingo, 20 de noviembre de 2016
Y tu disimulando
Esta canción tiene muchisimos años. Joan Baptista Humet ya no está entre nosotros.
Pero me sigue gustando igual que cuando yo era una adolescente.
sábado, 19 de noviembre de 2016
jueves, 17 de noviembre de 2016
martes, 15 de noviembre de 2016
Pppffpan
Salíamos del cole, de la mano. El patio a
reventar de críos de todas las edades, una multitud de enanos.
Ella tenía la boca llena de su croissant de chocolate. Entonces me miró y dijo: Pppffpan.
Ella tenía la boca llena de su croissant de chocolate. Entonces me miró y dijo: Pppffpan.
Yo me paré a su lado y pregunté: Qué dices,
cariño?
Pppffpan, repitió.
Entonces se tragó lo que tenía en la boca,
momento que aproveché para volver a preguntar. Qué me dices, que no te oigo con
todos los niños gritando a la vez?
Peter Pan, respondió.
Y no pude sino hacer una pregunta inteligente:Dónde?
Yaya, pues volando.
Aaaiinnsss.... Hay veces que todo esto me supera.
lunes, 14 de noviembre de 2016
Tanta luz
Y es que hay tanta luz
que la mañana
se contagia.
Se carga el aire
de aroma a tierra,
a río, a chopos, a hierba.
Podría beberse
el azul del cielo
en un trago largo
pintado de nubes.
La luz es por dentro
igual que por fuera.
Cumplir un deseo,
vuelo de campanas.
Sara Royo
domingo, 13 de noviembre de 2016
De madrugada
De madrugada, las calles de las ciudades parecen
otras.
Los pasos resuenan sobre el empedrado de
diferente forma, como si cobraran algún tipo de vida más allá de la que le da
el cuerpo dueño de esos pies.
No hay gente, la ciudad descansa.
Te sientes como un explorador de otro planeta,
de uno en otra dimensión y que se parece extraordinariamente al tuyo, pero que
no lo es.
Las farolas tienen un halo tenue, porque hace
frío, aunque no demasiado.
Estás bien bajo tu abrigo. El mojito no se te ha
subido a la cabeza y piensas que has de irte a casa, a dormir, porque mañana
madrugas. Pero no te irías. Prolongarías la madrugada aún más, porque hay una
enorme luna, porque amas esa ciudad dormida y por más cosas.
Y agradeces. No dices nada, pero agradeces.
sábado, 12 de noviembre de 2016
viernes, 11 de noviembre de 2016
jueves, 10 de noviembre de 2016
Volver a los 17
Foto de Teresa Salvador
Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente.
Volver a ser de repente
tan frágil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un niño frente a Dios,
eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.
Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
ay, sí sí sí.
Mi paso retrocedido,
cuando el de ustedes avanza;
el arco de las alianzas
ha penetrado en mi nido
con todo su colorido,
se ha paseado por mis venas
y hasta las duras cadenas
con que nos ata el destino
es como un diamante fino
que alumbra mi alma serena.
Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el más claro proceder
ni el más ancho pensamiento.
Todo lo cambia el momento
cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencia:
solo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes.
El amor es torbellino
de pureza original;
hasta el feroz animal
susurra su dulce trino,
detiene a los peregrinos,
libera a los prisioneros;
el amor con sus esmeros
al viejo lo vuelve niño
y al malo solo el cariño
lo vuelve puro y sincero.
De par en par la ventana
se abrió como por encanto,
entró el amor con su manto
como una tibia mañana;
al son de su bella diana
hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín,
al cielo le puso aretes
y mis años en diecisiete
los convirtió el querubín.
Violeta Parra
martes, 8 de noviembre de 2016
domingo, 6 de noviembre de 2016
Llueve
El otoño ha empezado a comportarse como tal y
llueve.
Llueve todo el rato, a veces con fuerza, como
con enfado, y otras mansamente, como si los angelicos estuvieran llorando (eso
decía mi tía, que los angelicos lloraban despacio y empapaban la tierra).
La lluvia vuelve espejo el empedrado de las
calles de mi ciudad. Se reflejan en el suelo las luces de la tarde cuando ya es
noche, ahora que tan pronto se termina la luz del día.
Para no mojarnos, caminamos bajo los soportales
de la calle Mayor, sin percatarnos de
que para eso fueron creados, para proteger personas y mercaderías de la lluvia.
Hay un bullebulle de gente, a pesar del mal tiempo. Esta es una ciudad
protectora y cómplice.
Hay hojas que navegan en los charcos. Pequeñas
naves sumisas, al capricho del agua.
Bajo la capucha, caminamos con diligencia.
Deprisita, para no empaparnos demasiado. La lluvia puede ser hermosa en una
tarde como esta. Es hermosa.
sábado, 5 de noviembre de 2016
viernes, 4 de noviembre de 2016
Tú me has cambiado el mapa
Tú
me has cambiado el mapa,
dijo.
Y
tacharé de la lista
lo
de la playa y lo de París.
Algún
día.
Poco
a poco.
La
primavera
espera
agazapada
detrás
de la lluvia.
Las
horas
se
han llenado de flores.
Antes
o después.
Poco
a poco.
Sara Royo
jueves, 3 de noviembre de 2016
miércoles, 2 de noviembre de 2016
¿No me debes una estrella fugaz?
Es ese algo que no sé lo que me vuelve como loco, de ti
o hacer la cucharita -oh my god-
contigo o tú de tuerca y yo hacer de tornillo entre las sábanas
cri cri cri
como pequeños y adorables (tan brillantes) insectos metálicos.
o hacer la cucharita -oh my god-
contigo o tú de tuerca y yo hacer de tornillo entre las sábanas
cri cri cri
como pequeños y adorables (tan brillantes) insectos metálicos.
No es que tengas scanners en los ojos ni infrarojos, rayos x,
periscopios
ni esa luz ultravioleta o que lo quieran todo-todo-todo-todo.
Es otra cosa.
Pero no sé si de este mundo o si es el pío pío de tus labios
o ir en barco hasta tu lado de la cama, tú,
que todo lo inundas, ten piedad.
Tú, mi amorrrrrrrrr de muchas erres, ten piedad.
No me señales con tu único dedo como si fuera la cena de esta noche y
ten piedad.
Tengo huesos que casi ya no me obedecen y estas ganas terribles
de comer chocolate todo el tiempo.
¿Nunca te duele la cabeza?
¿Por qué nunca me sale decir no?
¿Existe nunca? ¿Dónde está?
¿Sirvió de algo dar la vuelta ochenta veces en un mundo,
arreglar tostadoras,
levantar de su tumba a Baudelaire y
pintar las paredes del Olimpo, de rosa palo?
Porque partí por donde el alba y como Sirio vuelvo
cada noche a pronunciar tu nombre en vano.
Con las manos vacías, es cierto.
Pero mirá, mirá que cicatrices...
periscopios
ni esa luz ultravioleta o que lo quieran todo-todo-todo-todo.
Es otra cosa.
Pero no sé si de este mundo o si es el pío pío de tus labios
o ir en barco hasta tu lado de la cama, tú,
que todo lo inundas, ten piedad.
Tú, mi amorrrrrrrrr de muchas erres, ten piedad.
No me señales con tu único dedo como si fuera la cena de esta noche y
ten piedad.
Tengo huesos que casi ya no me obedecen y estas ganas terribles
de comer chocolate todo el tiempo.
¿Nunca te duele la cabeza?
¿Por qué nunca me sale decir no?
¿Existe nunca? ¿Dónde está?
¿Sirvió de algo dar la vuelta ochenta veces en un mundo,
arreglar tostadoras,
levantar de su tumba a Baudelaire y
pintar las paredes del Olimpo, de rosa palo?
Porque partí por donde el alba y como Sirio vuelvo
cada noche a pronunciar tu nombre en vano.
Con las manos vacías, es cierto.
Pero mirá, mirá que cicatrices...
Yo, modelo de señor B-34, te amo.
Y aún no sé por qué.
Creo (que alguien apague esa luz) que por eso le he puesto tu nombre a
mi último cartucho.
Y aún no sé por qué.
Creo (que alguien apague esa luz) que por eso le he puesto tu nombre a
mi último cartucho.
Billy MacGregor
martes, 1 de noviembre de 2016
Noviembre
Dijo el poeta que el olvido está lleno de
memoria. Y a veces es así.
A menudo resulta inevitable echar hacia atrás la
mirada, sin dolor, sin nostalgia, con la lucidez que da el paso de tiempo.
Entonces te das cuenta de lo que fuiste, de lo
que eres. De todo lo que te has transformado sin perder un ápice de tu esencia,
de lo que has cambiado sin cambiar nada. De lo que tuviste que modificar en tu
vida para poder seguir siendo tu.
Noviembre otra vez. Recuerdas otros noviembres.
El anterior, por ejemplo. Estás ahí, en esa frontera entre lo vivido y lo
deseado y tomas conciencia de que has tenido la fortuna de vivir del modo que
querías casi todo lo que querías.
Ya casi invierno, aún otoño. Los árboles se
desnudan sin miedo y sin pudor, se preparan para el largo sueño del frío con
esa sabiduría ancestral y su bondadosa paciencia. Esperan, confían y estoy
segura de que sueñan en la lentitud de su savia con esa vida plena que
explotará en primavera.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)