Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. (No sé si expreso esto bien.) Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre ha vivido una vez libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño?
Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, agrupadas, las matas floridas de adelfas y azaleas. Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo. Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto cómo las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar.
Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, agrupadas, las matas floridas de adelfas y azaleas. Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo. Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto cómo las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar.
Luis Cernuda
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Totalmente...
ResponderEliminarEn algún momento (cuyo límite es a veces invisible, comenzamos a mordernos dentro del tiempo, a lacerarnos en los minutos, a querar alargar el lapso de las cosas.
Me gusta tu blog.
Cierto, se diga lo que se diga, cuando se llega a una edad, se mira todos los días el estado de la cuenta corriente de la vida, y nunca se sabe cuando se terminará el saldo...
ResponderEliminarBesos y salud
Qué bien expresado, qué magia tiene ese hombre, uauuuuuuuuuu, de verdad ehhh, no se puede decir lo justo de modo tan magistral.
ResponderEliminarMira, como tengo sus obras completas y éste párrafo me ha entusiasmado tanto, hoy (el tiempo que lea) mi lectura será de Cernuda.
Yo también quiero ser niña para no tener noción del tiempo.
Un beso, Sara
Guaaaaau, que pena que luego llegase tu madrepara romper el embrujo: :"¡Andreíta, ven a comerte el pollo!!! jajja
ResponderEliminarFeliz semana
Lo desconozco por completo, no tengo la mas minima referencia de este escritor, pero me informare.
ResponderEliminarBesos Pestañika!!!
Que cierto....lo que dice.
ResponderEliminarPero es deber de cada uno que ese tiempo no nos aje y que nunca dejemos morir a ese niño que todos tenemos dentro, por que él nos dará la vida.
Muy bueno, gracias.
besos
Me ha encantado, el tiemposiempre fugaz y encontra de nosotros, disfruto de tu palabras y me las llevo en mi maleta de recuerdos...
ResponderEliminarbesotes de esta peke.
pd. te espero por mi rincon siempre que quieras con una taza de cafe...
Así vivimos añorando el tiempo que paso, y a veces hasta nos olvidamos de vivir el presente.
ResponderEliminarBonita entrada. Gracias por tu visita.
Te deseo una feliz semana.
Qué nonito y qué cierto.
ResponderEliminarSaber aprovechar lo que se va viviendo, queda luego en el recuerdo que acompaña nuestros días, cuando el tiempo deja de tener sentido.
ResponderEliminarCariños
La vida va pasando, llega un momento en el que te paras más a pensar, pero no es más que fruto de los años que te hacen ver las cosas de otra manera y con más detenimiento. Un besito.
ResponderEliminarMirar hacia atras con frecuencia
ResponderEliminares robarse unos segundos vitales,
es regodearse en viejas ausencias,
en amores eternos que no fueron tales.
Beso
Ay, que mal trago pasa uno cuando un buen dia, de repente, toma conciencia de que uno no es inmortal...
ResponderEliminarUf, que mal trago...
Luego, con el tiempo, como que la cosa se calma un poco
Un abrazo, amiga
En mi niñez no ha habido una imagen como ésta, pero sí tengo una foto que me gusta mucho y que me sé de memoria y aparezco sentada en un patio. Así que, mientras leía, le iba añadiendo sobre la marcha todos esos peces y ruidos que Cernuda decía.
ResponderEliminarUn saludo, Sara.
Hola, Karla. El tiempo es nuestra gloria y nuestra condena, lo q más vale y lo q más desperdiciamos... y eso, cuando se toma conciencia, es terrible.
ResponderEliminarBienvenida, estás en tu casa.
Un beso.
Es cierto, Genin. Ya sabes, más o menos, el saldo q te queda y para lo q te va a alcanzar o no... Hay q tener sabiduría y serenidad entonces, porq pueden ser los tragos más deliciosos de la vida.
ResponderEliminarBesicos.
Frabisa, Cernuda es un maestro de la palabra. No podía faltar en mi pequeño muestrario ;)
ResponderEliminarUn beso, wapa.
Jajajjjjjaaaa
ResponderEliminarBruni, es lo q tienen (tenemos) las madres... una habilidad tremenda para cortar el rollo. :)
Un superbeso.
Bego, seguro q viste su obra cuando estudiabas... pero son tantos los buenos escritores (por fortuna) q se nos olvidan. Si puedes, lee algo suyo, te encantará.
ResponderEliminarBesicos, nena.
Anatxu, ese niño interior es rebelde y cabezota. Cuando creemos haberlo perdido, llora con nuestros ojos y sueña con nuestro cerebro y siente con nuestro corazón. Está ahí; escondido, pero está. Y tiene una estupenda memoria, el bribón...
ResponderEliminarBesicos.
Hola, Verónica. Me gusta q te guste el texto de Cernuda, a mi me encanta y por eso quise compartirlo con vosotros. Bienvenida, estás en tu casa y me pasaré por la tuya a tomar ese cafelito :)
ResponderEliminarUn besico.
Parisina, cuanta razón tienes... el peligro del recuerdo puede ser el olvido del presente, y eso sí q es un error, porq lo único q tenemos, lo único q importa es el ahora mismo.
ResponderEliminarUn beso grande, me encanta leerte.
S., y qué bien escrito...
ResponderEliminarBesicos.
Hola, Abu. Bienvenida, es un placer tenerte aquí.
ResponderEliminarBesicos.
David, lo q nos hace aprender de verdad es la experiencia. Y es una terrible paradoja q, cuando ya vamos dominando en oficio de vivir, se nos acabe el tiempo. Pero es lo q hay, este juego tiene esas reglas.
ResponderEliminarUn besico.
Hola, Misántropo. Bienvenido, estás en tu casa.
ResponderEliminarBesicos.
Antiqva, es q no queda otra q hacerse a la idea de q nada es para siempre; ni lo bueno, ni lo malo. Deberíamos ser capaces de sentir y disfrutar cada momento, de no desperdiciar este tiempo tan valioso en tontadas.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Hola, Fusa. El texto de Cernuda, de uno u otro modo, nos resulta familiar y cercano porq todos tuvimos infancia, una escalera donde nos sentábamos, un verano q pasar en el pueblo, con los abuelos y esos aromas q se sienten más y mejor cuando niños y q ya nunca olvidaremos. Yo tengo esos recuerdos bien guardados y, al comentarlos con alguna amiga ya de entonces, es como echarle agua a una planta sedienta: crecen, cobran color y fuerza y puedo sentir otra vez el polvo del camino en mis piernas sucias y el sabor de la leche recién ordeñada y el olor de la casa de mis abuelos y ese sentimiento de libertad q sólo podía tener allí, en agosto.
ResponderEliminarUn beso grande.
la niñez, donde el tiempo no es tiempo, ni siquiera sabemos qué es...
ResponderEliminarYo por Andreita ¡ MATOOOOOOO !
ResponderEliminarEsa diferencia aparente entre los niños y los adultos, tal vez sea debida en que ellos viven en el Aquí y Ahora.
ResponderEliminarPero nosotros también podemos conseguirlo o intentarlo, al menos :)
Un abrazo
Hola, Galaxia, bienvenida. Estás en tu casa.
ResponderEliminarBesicos.
Jajajajjjjjaaaaaaaa
ResponderEliminarDr. Mikel, alguien no mataría por sus hijos?
Besicos.
Por eso, Julio, nunca deberíamos dejar del todo de ser niños. Tenemos mucho q aprender de ellos.
ResponderEliminarBesicos.
Mi sensación con esto del tiempo es que el "jodío" va ganando velocidad con los años, como si desde la niñez no hiciera otra cosa que acelerar.
ResponderEliminarNo me extraña, como bien dejaste claro en mi espacio, que veamos la infancia como refugio. La recuperación de la inocencia, la asunción del ocio y también un tiempo pausado, sin espolear.
Un abrazo.
No nos acostumbramos a tener fecha de caducidad. Corremos detrás de un sueño, una ambición, una idea; corremos y corremos y el tiempo corre aún más deprisa. Cuando tomamos conciencia de la importancia real de las cosas, el saldo ya no es grande y, en lugar de gestionar bien ese tiempo, hacerlo más rico e intenso, más feliz, nos dedicamos a morir de nostalgia...
ResponderEliminarSomos tonticos, Goathe. Un abrazo.
Enhorabuena por tu blog, los textos junto a esas fotografías están muy bien, y gracias por pasar por el mío y comentar.
ResponderEliminarQue el tiempo nos coja en números rojos, habiéndole robado todo lo que tiene.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu visita. Yo también te deseo muchas felicidades.
ResponderEliminarPetons.
Cita ineludible en la antesala de la muerte, donde las decisiones se tornan serias. Las corrientes orientales hablan de un arte de morir que se desarrolla en el último tercio de la existencia, ya que sólo aquel que sabe morir sabe vivir.
ResponderEliminarMi gran saludo!!!
Hola Sara, muchas gracias por visitar a mi blog. Me encanta el tuyo -leo mucha poesía. Voy a seguirte!
ResponderEliminarUn beso
Fernando, gracias a tí por tus bellísimas fotos de Los Monegros.
ResponderEliminarBienvenido, un beso.
Hola, Columna. Ojala sea así y cuando nos atrape q nos pille con todo lo gozado y la vivido a tope, y vacíos por haberlo dado todo.
ResponderEliminarUn besico, bienvenida.
Pere, bienvenido. Es un placer tenerte por aquí.
ResponderEliminarBesicos.
Dilman, tengo q estar de acuerdo contigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Marina, bienvenida. Es un placer tenerte por mi casa q ahora es la tuya.
ResponderEliminarBesicos.
"Solo aquel que sabe morir sabe vivir", me gusta esa frase y voy a tener el atrevimiento de afirmar que precisamente porque no existe tiempo ni espacio existe la eternidad, y solo cuando aceptamos que somos seres eternos podemos vivir sin temor al morir.
ResponderEliminarEl tiempo y el espacio es aquel que nos limita y vuelve la vida ordinaria. Es aquel que nos encadena y hace sentir temor por todo. El aferrarnos a este cuerpo sabiendo que un día no vivirá más. Para mí esta es una experiencia en un cuerpo físico, pero yo como ser infinito no veo el tiempo ni el espacio, solamente vivo en un disfraz que se llama Roberto.
Roberto, q difícil es conocer gente con una fe tan formidable como la tuya! Te doy la enhorabuena, con todo mi corazón.
ResponderEliminarUn beso.