martes, 27 de mayo de 2014

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Cada uno llevamos nuestra bolsa de penas
y heridas que nos duelen a traición, alevosas.
El tiempo es un tramposo que parece que pasa
pero se queda siempre, escondido en los pliegues,
acechando un recuerdo, un olor, un paisaje,
y en dos zarpazos fieros nos lleva a ese minuto
en que nos mató a golpes de tristeza la vida.
No sabe de clemencia ni de balsámico olvido.
Morimos muchas veces. Más que resucitamos.
Hay días en que pesa tanto y tanto esa bolsa
que la despeñarías desde cualquier barranco
más va cosida a tu alma, a tu piel va cosida,
y tu tiempo y su tiempo son hermanos siameses.


Sara Royo