En los días buenos, de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al como cuevas secretas;
en esos días, amor
mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel
y el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.
Gioconda Belli
Un bello poema de G.Belli.El amor nos llena, nos plenifica de tal menera que cuando llega la ausencia
ResponderEliminartodavía sigue en nosotros.
un poema precioso, sara, todo amor, sed y sensualidad
ResponderEliminarbs
s
Qúe buena la vieja...
ResponderEliminarUna maravilla de poema. Fina lluvia derramada.
ResponderEliminarUn besillo.
Precioso.
ResponderEliminarNo conocía el poema ni a la autora, así que tendre que ponerme a investigar...
Un besico.
Cuando llega la ausencia, normalmente solo queda un gran vacío, Doctor. Pero es hermosa tu forma de verlo.
ResponderEliminarUn beso.
Si q es un poema hemoso, Amor.
ResponderEliminarCosquillas, es una autora llena de sensibilidad. Me gusta mucho.
Bacdiras, asi es: fina lluvia.
Irene, te gustará mucho cuando conozcas más su obra.
Beso grande para cada uno de vosotros.
Al final del poema, una hermosa metáfora para las lágrimas.
ResponderEliminarUn beso.
"... tan vacío y tan lleno de vos"
ResponderEliminarQué hermosa y exacta contradicción, verdad?
Un beso.
Esta mujer me vuelve loca.
ResponderEliminarAMOR DE FRUTAS
Déjame que esparza
manzanas en tu sexo
néctares de mango
carne de fresas;
Tu cuerpo son todas las frutas.
Te abrazo y corren las mandarinas;
te beso y todas las uvas sueltan
el vino oculto de su corazón
sobre mi boca.
Mi lengua siente en tus brazos
el zumo dulce de las naranjas
y en tus piernas el promegranate
esconde sus semillas incitantes.
Déjame que coseche los frutos de agua
que sudan en tus poros:
Mi hombre de limones y duraznos,
dame a beber fuentes de melocotones y bananos
racimos de cerezas.
Tu cuerpo es el paraíso perdido
del que nunca jamás ningún Dios
podrá expulsarme.
Besos
Gracias, Petita, por dejarnos el regalo de otro poema de Belli.
ResponderEliminarUn besico.