En el tiempo pasado sin edad ni motivo,
los charcos de la calle atravesaba a nado
y llegaba a su casa, heroína empapada,
chapoteando dentro de sus botas de goma,
con aquélla sonrisa, dicen, transfigurada
y las mejillas rojas y frías tras su hazaña.
Los charcos eran mundos profundos, submarinos,
que las hojas de otoño como naves surcaban.
A menudo pantanos, oscuros, peligrosos,
si al meterse despacio se enturbiaba su fondo.
En el tiempo parado el charco era ventana
que mostraba el capricho de las nubes y el cielo;
otro color de cielo y la nube era mosca,
mariposa, velero, ballena, una cuchara...
Y jugaban los charcos de tarde con la niña
y los miraba el tiempo, parado sin motivo,
que jugaba a saltarse las reglas de los astros.
Que puede ser un charco océano infinito
si una niña lo enreda en su lazo de juegos
y hasta el tiempo se para, no hay edad ni motivo
que destruya el momento, que desvele el misterio.
los charcos de la calle atravesaba a nado
y llegaba a su casa, heroína empapada,
chapoteando dentro de sus botas de goma,
con aquélla sonrisa, dicen, transfigurada
y las mejillas rojas y frías tras su hazaña.
Los charcos eran mundos profundos, submarinos,
que las hojas de otoño como naves surcaban.
A menudo pantanos, oscuros, peligrosos,
si al meterse despacio se enturbiaba su fondo.
En el tiempo parado el charco era ventana
que mostraba el capricho de las nubes y el cielo;
otro color de cielo y la nube era mosca,
mariposa, velero, ballena, una cuchara...
Y jugaban los charcos de tarde con la niña
y los miraba el tiempo, parado sin motivo,
que jugaba a saltarse las reglas de los astros.
Que puede ser un charco océano infinito
si una niña lo enreda en su lazo de juegos
y hasta el tiempo se para, no hay edad ni motivo
que destruya el momento, que desvele el misterio.
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ME ENCANTO ESTA POESIA. ¡Me trae tantos recuerdos de mi infancia!
ResponderEliminarCharcos hermosos...porque recogen palabras y días de infancia...
ResponderEliminarun beso.
muy buena. Un gusto leerte. Besos.
ResponderEliminarYo pediré una gran tormenta y tú chafaras los charcos; bueno, si me dejas, los chafaremos juntas.
ResponderEliminarDe pequeña era también mi juego favorito, deseando que llegaran las lluvias para sacar las botas de agua del armario, claro que al volver a casa tenían más agua dentro que fuera.
Me has traído recuerdos tan fantásticos que de haber charcos, saldría ahora mismo a saltar sobre ellos.
Besos
Una ET, q tendrán los charcos para los niños, verdad?
ResponderEliminarUn beso.
Alfaro, los charcos no pierden su encanto cuando crecemos; solo se hacen un poco mas pequeños.
ResponderEliminarFernando, gracias por tu visita.
Besos para ambos.
Ay, Petita! Con lo q me gusta una buena tormenta, con enormes truenos y rayos iluminando la noche como nervios cerebrales enfadaos...! Todavía sigo pisando los charcos. Te vienes?
ResponderEliminarUn beso.
Los charcos tienen una magia especial.
ResponderEliminar¿Quién puede resistirse a pisarlos?
Quizá no dejamos de ser niños!
Doctor, en un mundo como debiera ser, jamás dejaríamos de ser niños.
ResponderEliminarUn beso.
Maravillosa evocacion de la infancia, que sin duda tenemos, muchos al menos, unida al agua y a los charcos...
ResponderEliminarPocos niños no han soñado chapoteando en los charcos...
Un abrazo, amiga
A mi particularmente me encantan los días de lluvia, me llenan de energía nostálgica, pero tan bonita...
ResponderEliminarEl ruidito de los charcos cuando les pisas, se me antoja a risitas de la travesura que siendo niños ó adultos, nos permitimos liberar al pisarles. Se siente muy rico.
Cariños,
Antiqva, será por esa ancestral atracción a los reflejos?
ResponderEliminarCynthia, mi madre siempre se asombraba de q regresara con las botas llenas de agua. En los más hondos me metía... y en los más hondos me sigo metiendo.
Besicos para los dos.
Lindísimas palabras y muy bien escritas. Enhorabuena.
ResponderEliminarun beso
Gracias por tu comentario y tu visita, Frabisa.
ResponderEliminarUn beso.
Precioso, siguen pasando los años y "sin edad ni motivo" prosigo jugando con lo charcos.
ResponderEliminarVeo los charcos de la misma manera que tú y espero verlos este mismo fin de semana por aquí. Seguro que recordaré el poema.
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Saludos, Goathe.
Goathe, disfruta de tus charcos.
ResponderEliminarUn besico.
Los charcos, el otoño, la niña, la imaginación surcando charcos y al fin volando.
ResponderEliminarOtro delicioso trago, te felicito.
Los tragos de la infancia deberían ser los .mas dulces.
ResponderEliminarUn besico, Bacdiras
Cuando me metía en un charco nunca sabía como saldría, la mayoría de las veces con los pies calados y eso que llevaba botas.Jamás lo entendí.
ResponderEliminarInuits
A mi me pasaba igual. Mi madre siempre me decía q era imposible llenarse de agua las botas de goma... Ya ves, era perfectamente posible. Porq ese es el riesgo: no hay protección suficiente cuando una se mete en los charcos (los q sean). Y, a pesar de todo, ahí estamos, buscando tormentas.
ResponderEliminarUn besico.