miércoles, 30 de julio de 2008

Cuevas del Dragón




En el húmedo vientre de la tierra
esculpió el tiempo columnas, laberintos,
barroca catedral, roca, misterio,
eternidad lunar de opaca estalactita
y un mar mudo,
quieto como un espejo,
dormido por la ausencia de otra vida.

La bóveda de punzantes estrellas
refulge con su gota milenaria.

Estaba tibia la piel de aquella cueva,
tan suave y viva como mi misma mano
palpitando en su corazón profundo.
Sentí su entraña, útero que rezuma.
Me llenaba de fuerza, me envolvía,
me daba a respirar su propio aire
generosa en su amor la madre tierra.

Cuando el guardia miraba hacia otro lado
me abracé a la dulce estalagmita
que se alzaba en el medio del camino.
Nos fundimos en aquel breve instante.
Me habría allí quedado para siempre.

Y salimos. Final del recorrido.
La luz del sol me dijo con certeza
que tras de mí me dejaba mi casa,
íntimo hogar, palacio goteante.
Me regaló tres lágrimas de plata.









2 comentarios:

  1. Mmm... Casi me parece sentir la fresca humedad de las cuevas.
    Precioso.

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  2. Gracias por tu comentario, Irene. Mallorca es un lugar mágico, uno de esos sitios en los q voy dejando un trozo del corazón, y las Covas del Drach son como una patria ancestral y hermosa.
    Besicos.

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