La suavidad del pan que no ha nacido
sostiene sus caderas
un lomo terso de venado,
la curvatura del melón,
altas mejillas donde escribió
su adiós final la espalda.
Cómo no amar a este varón
sentado en sus dos lunas,
volcado como un río sobre el lecho.
Amo su boca tocada por la abeja,
amo sus higos apretados,
amo esta órbita doblemente dulce:
detenidos ocasos sus dos nalgas,
oh gloria de la esfera, las dos copas
en que lo habrán vertido un día.
Su grávida ternura me devuelve
a las cosas más terrenas.
Los ángulos equinos, el traje circular del universo.
Cómo no amar a este varón tocado
con piel de albaricoque en la cadera.
Ana Istarú
De "La estación de fiebre y otros amaneceres"
De "La estación de fiebre y otros amaneceres"
.
Una insinuación muy sugerente.....
ResponderEliminarPaco
Erótico poema... desparrama sensualidad en todos sus versos.
ResponderEliminarUn abrazo.
To quiero tener piel de albaricoque, ¿Como se hace para tenerla?...jajaja
ResponderEliminarBesitos y salud
Un poema absolutamente seductor y armonioso en sus versos.
ResponderEliminarun beso, Sara
No conocía a Ana Istarú...
ResponderEliminargracias por el descubrimiento.
Un abrazo
Qué sensualidad! Yo tampoco conocía a esta poeta..me gusta. Un beso
ResponderEliminaraltas mejillas e imponentes pestañas!!!!!
ResponderEliminarHOLAAAAAAAAAAAAA!!!!
PESTAÑAZA!!
Bellisima imagen de sugerencias, magnifica poesia. Gracias por pasar por mi viña. Te aconsejo ir un dia al "Rincon de la Calma" de Sitges, allñi uno se olvida que existe... Un beso.
ResponderEliminarmuy bueno,
ResponderEliminarun saludo
El amor tiene sus vericuetos para no errar en el blanco. También tiene cualidad de inventar paisajes (existentes en la realidad, pero que nadie ve salvo quien ama).
ResponderEliminarCon tanta fruta, se me cae la baba.
Muy bonito.
Un abrazo
Chuff!!
Sara por seguir en contacto con este tu servidor. El tema esta sugerente mas para las mujeres, que son nuestra inspiracion.
ResponderEliminarSaludos
oye que bueno sara, otro título que me apunto en mi grandísima agenda ya . un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPaco,
ResponderEliminarsí q es sugerente. Y hermoso, y tierno.
Emilio,
me parece q te gusta, lo celebro.
Frabisa,
descubrí hace poco a esta autora y me ha fascinado. Pondremos más cosas suyas.
Besicos.
Genin,
ResponderEliminarse debe conseguir una piel así con mucha crema hidratante... ;)
Alfaro,
yo acabo de conocerla y me encanta.
Marina,
hola, me gusta q te guste.
Besicos para los tres.
Bruni,
ResponderEliminarpreciosa, te echaba de menos!!
Maria Rosa,
pues nada me gustaría más q ir a es lugar de calma. A ver si puede ser pronto.
Mr. Tas,
estoy de acuerdo, el poema es muy bueno.
Muchos besos.
ZenyZero,
ResponderEliminares q los símiles afrutados es lo q tienen, q son como de abrir el apetito :)
Roberto,
pues yo esperaba q fuera igualmente sugerente para mujeres y hombres, mecachis, no lo he enfocado bien.
Voltios,
no veas q agenda tengo yo de lecturas pendientes... hay tanto bueno por leer, verdad?
Besos grandes.
Diantres, las damas prefieren a los varones con piel de melocoton en las caderas y yo sin saberlo...
ResponderEliminarMagnifico poema, amiga, magnifico...
Buffff.... Brutal. Besos y mordiscos
ResponderEliminarAntiqva, hay alguien a quien no le guste una piel con un tacto de melocotón? ;)
ResponderEliminarBesicos, amigo.
Vaya, doy para atrás en tu bitácora y me encuentro este poema de Ana Istarú. Y me choca porque yo en mi antepenúltima entrada hice referencia a la costarricense tras haber escuchado un poema suyo en un concierto flamenco.
ResponderEliminarComo Zaragozana que eres te recomiendo un gran vino: ALtos del Moncayo. ¡Verás qué elixir!
Miguel, sí q es un poema magnífico, estamos de acuerdo.
ResponderEliminarUn besico.
Tempero, hola, bienvenido. Yo casi acabo de descubrir a Ana Istarú, y me encanta. Gracias por tu recomendación del vino; aunq apenas bebo, lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarUn besico.
ummm... suculents imágenes. No conocía a Ana Istarú. Voy a buscar algo más de ella.
ResponderEliminarHola, Raquel, bienvenida. Seguro q te gusta lo q encuentres de Ana Istarú.
ResponderEliminarUn beso.