Empezaba a anochecer ayer cuando sentí dentro del bolsillo la vibración del móvil. Era mi hijo.
"No estás en casa, verdad?" "No, estamos en el coche" "Vas conduciendo?" "No, qué pasa?" Su voz era tensa, gris. "Tengo una mala noticia, mamá" "Pero, qué pasa?" "Me ha llamado Alfredo para decirme que Manolo Maestro se ha matado". No me lo podía creer. "Ha tenido un accidente con el helicóptero y se ha matado". Así. Ya está. No éramos ahora amigos muy cercanos, de hecho, creo que la última vez que los ví sería hace un par de años. Por teléfono, si que hablo a veces con Mariángeles, su mujer, a la que tengo mucho cariño. Me parece imposible que Manolo esté muerto, porque era una persona vital, entusiasta, apasionada; alguien peculiar y especial que te podía gustar o no, con quien podías estar de acuerdo o en desacuerdo completo, que te podía parecer genial o un gilipollas; pero que jamás pasaba desapercibido, que brillaba con luz propia. Mandé un mensaje al móvil de mi amiga, porque no la quería molestar justo después de la cremación de su marido, y ella me llamó a continuación. Estaba serena, pero podía sentir la humedad de sus lágrimas en su voz quebrada. "Cómo te has enterado?" Respondí que, aunque estoy lejos, estoy cerca, en todos los sentidos. Y dijimos eso de que ha muerto haciendo lo que le gustaba. Porque siempre hay que aferrarse a algo, a algún consuelo, por nimio que sea. Qué más dará si estaba haciendo lo que le gustaba o no. Tenía cincuenta y pocos años, unas enormes ganas de vivir, montones de planes. Una mujer que ahora, después de vivir a su lado y un poco a su sombra desde la adolescencia, no va a saber cómo gobernar a solas ese barco. Dos hijos, ya mayores, eso sí, pero aún vinculados profundamente a sus padres y que se han quedado sin referente y sin apoyo. Cómo se llena un agujero tan grande? Cómo te pones de repente al mando cuando siempre has sido el grumete? Ya sé que estas cosas pasan cada día, que se superan con el tiempo, que no es raro que se mate con un avión un tío que vuela habitualmente y al que le gustan, además, las cosas arriesgadas. Pero, precisamente Manolo Maestro... Parecía inmune a todo peligro. Cincuenta y pocos años. No ha llegado a jubilarse. Desde que lo supe ayer, no sé si estoy más triste que cabreada. Qué mierda. Qué mierda es la puta vida.
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Hay situaciones donde las palabras y los pensamientos no pueden fluir, no salen...lamentable todo lo ocurrido, un proyecto familiar que deja una viuda desconcertada y unos hijos que tendrán que cambiar muchos de sus sueños y de repente. Mi sentida solidaridad para esas personas que hoy sufren por un golpe de fatalidad.
ResponderEliminarBendiciones para esa familia y que el tiempo y la comprensión puedan redimirlos de alguna manera y hasta donde sea posible.
Mucho cariño...
ResponderEliminary besos, muchos....
Dilman, sólo el tiempo suaviza el dolor. Muchas gracias por tus palabras.
ResponderEliminarUn besico.
Petita, gracias por venir a mi casa y llenarla de cariño.
ResponderEliminarOtro beso grande para ti.
Mirarás hacia atrás y tendrás ahí un buen recuerdo de un buen amigo.
ResponderEliminarAhora ánimo.
Un abrazo.
Pues si, que mierda es esta puta vida pensaba yo mientras escribiendo mi último post, me acordaba de ti.
ResponderEliminarQue descanse en paz.
Besos y salud
Amiga, cosas como estas son las que hacen que a veces digamos "puta vida"... Como tu dices... Aunque habria que decir, posiblemente "vida de cristal"... Asi es la vida, de cristal...
ResponderEliminarLamento todo lo que nos dices, y sobre todo por la mujer que ha quedado rota. Lo siento, amiga
Te envio un fuerte abrazo
Gracias, Alfaro.
ResponderEliminarBesicos.
Genín, los palos q nos da la vida parece q sirven para fortalecernos... Es posible, pero recién recibidos nos dejan por los suelos.
ResponderEliminarGracias, un beso.
Antiqva, tienes razón. Deberíamos llamala "de cristal" por su remenda fragilidad. Hoy, q ya estoy más triste q enfadada, no hubiera escrito igual este post. Pero es lo q tienen las emociones, nos soliviantan, nos arrastran, nos producen cataclismos de los q salen lágrimas y palabras.
ResponderEliminarGracias, amigo. Un besico.
Lo siento Sara, todos los días mueren muchas personas, algunas, desgraciadamente, demasiado jóvenes, pero cuando es alguien cercano, es como si nos dieran un mazazo, a mí me pasó con mi cuñado, murió con 52 años, me parece una injusticia, pero la vida sigue y tiene muchas cosas bellas, olvidemos lo demás.
ResponderEliminarUn beso.
Irene, al final, siempre triunfa la vida, porq sigue. Pensar en lo frágil q es nuestro tiempo produce tanto dolor, tanta incertidumbre, q es mejor no hacerlo.
ResponderEliminarMuchs gracias, un beso fuerte.