lunes, 8 de marzo de 2021

8M


 

Sería maravilloso que no hiciera falta este día. Significaría que, por fin, hombres y mujeres, al mismo nivel y de la mano, caminan a la búsqueda de un mundo mejor y más justo. Pero eso no está pasando. En nuestro país algo se ha mejorado (a pesar de muchos y muchas) que siguen considerando a Eva la mera costilla de Adán. 
No, hombres y mujeres no somos iguales. Somos muy diferentes en nuestro cuerpo, nuestro cerebro, nuestra alma. Y esas diferencias naturales, a costa de magnificar a un sexo en detrimento de otro, han sido piedras en las ruedas hacia la equiparación social. Siglos de adoctrinamiento religioso y cultural nos llevaron a pensar que nuestro único papel era ser esposa y madre, salvo que hubiera una guerra y tuviésemos que ponernos al frente de una fábrica o empuñar un fusil. Acabada la guerra, a casita, porque es lo vuestro. 
En el siglo XXI ciertos roles han cambiado. Un hombre no lo es menos porque muestre sus emociones, una mujer no es menos mujer porque decida que no será madre.
Algunas tuvimos un padre tierno y amoroso y una madre que sabía llevar su casa mejor que un ministro de economía. Algunas, afortunadas, crecimos sabiendo que un hombre que te maltrata no te quiere, y lo debes dejar de inmediato, porque aquí están tus padres para ayudarte.
Otras, no tuvieron esa suerte. Miles de mujeres muertas a manos de los que un día dijeron amarlas. Mujeres que, haciendo el mismo trabajo que un hombre, cobran menos. Mujeres engañadas en su miseria y obligadas a prostituírse, a no ser otra cosa q un pedazo de carne de usar y tirar. Niñas a las que casan antes de haber tenido tiempo de jugar, con tipos que podrían ser su padre. Abusos sexuales, casi siempre callados y ocultos, sufridos de manera cotidiana, perpetrados por padres, tíos, primos, amigos de la familia, y muchas veces a sabiendas de la madre. La ablación genital, que les roba el placer y las convierte en máquinas sexuales y de parir. Salir de fiesta una noche y mirar qué ropa te pones, no beber, no volver sola; en fin, no poder comportarse de la manera que lo hace cualquier hombre, porque si te viola en una esquina un borracho, eso será un eximente para él, pero tú serás la culpable por ir borracha, sola, y llevar minifalda. Y tantas y tantas cosas...
Hay muchos, muchos hombres, que han dejado de mirarnos como algo que se usa y caminan a nuestro lado, de igual a igual. Tengo el orgullo de haber criado un hijo que es un fenómeno cambiando pañales y un gran padre; y a una hija fuerte, decidida y tan tierna como su hermano.  Hay muchos hombres que son amorosos compañeros. Pero no suficientes.
Que este día reivindicativo de la lucha de las mujeres por esa justicia debida y pendiente, sea de la mano de esos hombres maravillosos que nos tratan con el respeto y el cariño debidos. Como nosotras a ellos.

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