martes, 9 de junio de 2020

Galope

Fondos de pantalla : paisaje, noche, agua, caballo, cielo, nieve ...


Empieza en el pecho. El corazón no late; golpea como un ave asustada que quisiera escapar de su jaula. El ritmo se pierde, se amontona. En la noche hay un caballo negro galopando sin control,  palpitando fieramente en la garganta, bajando y subiendo, bajando y subiendo, llevándose el aliento y la respiración. Te acurrucas en posición fetal, quizás buscando ese recuerdo de estar a salvo, protegida, acompañada; pero el galope sigue violento, imparable. Te levantas de la cama y buscas el remedio debajo de la lengua, te sientas en el sofá, enciendes el ordenador en un intento de pensar en otra cosa. No cesa el galope. Cuesta respirar. Vuelves a la cama para no hacer ruido, para no molestar a la niña que duerme en el otro cuarto y por la que derramarías toda tu sangre por evitarla un dolor. El miedo ha crecido tanto como ese caballo que te galopa dentro. Necesitas reforzar el remedio. Sabes que remitirá, ha sucedido más veces. Pero tu cabeza es una noria que no para de dar vueltas. Sabes que eres el ojo del huracán, la tormenta entera, el barco a punto de naufragar. Respiras, intentas meditar, centrarte solo en tu respiración. Tienes miedo. Respira... Estás sola con tu miedo. Respira... Una y otra vez. Hasta que el remedio empieza a hacer efecto y la respiración se suaviza, se acompasa. El caballo se retira hacia la noche. El cuello y las sienes, aún palpitantes, se van acoplando al ritmo de los pulmones. Mi pobre y querido corazón se tranquiliza, como un niño asustado que no se termina de creer que ya se ha ido el Coco. A no sé qué hora, el sueño me abraza y me acuna.
Otra batalla. 
No quiero más.




6 comentarios:

  1. ¡Ostras! Justo el tipo de textos que me gustan. Vamos por partes como dijo Jack El Destripador:
    Primero que todo espero que esté bien de salud y no sea una manera de narrar sobre alguna patología que padeces.
    De otro lado me siento muy identificado porque en lejanísimos tiempo de mis mocedades experimentaba terrores nocturnos, lo que pasa es que acabaron siendo un motivo de inspiración, luego con la edad, remitieron.
    Y por último me aturde y hechiza y conjura la imagen de los caballos. Tiene tanta poesía en tu narración que me recuerda nada menos que a los almifores de los que versificaba Pedro Salinas (si no me equivoco)
    En todo caso y para acabar: Me lo he pasado como Los Indios leyendo esta entrada tuya contundente, golpeadora y ...finalmente con La Esperanza que contiene!!!!
    ¡Vaya, vaya, vaya: Es Una Gloria leer asuntos así!

    Sincera y Atentamente,
    ¡ ¡ ¡ P é r e z ! ! ! 🪔💐

    Post Scriptum : ¡¡¡De lo mejor que he devorado últimamente!!!

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    1. Gracias por tu precioso comentario, Maese Perez.
      En realidad, ha sido un episodio de ansiedad, de los mas duros q recuerdo. Y asi mismo lo sentia, por lo q, terapeuticamente, asi lo he escrito.
      Un besico y gracias por tu visita.

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  2. Buf qué batalla, qué desazón leyéndote, qué buen texto, me has hecho palpitar entre tu angustia.

    Un beso enorme.

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    1. Maria, ha sido una noche larga y complicada... pero ya ha amanecido otro dia. El ciclo infinito, ya sabes.
      Un besico, nena. Gracias por venir.

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  3. Excelente cronología de una angustiosa situación por eso creo que tenemos que ser reflexivos y entender que lo que nos provoca desazón o ansiedad no son los hechos, sino como vinculamos las emociones a éstos.

    Abraciños y ten un buen día.

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  4. Eso es; a veces sabemos por que y como. Pero somos limitados, aprendices de la vida...
    Gracias por tu visita y tu comentario. Besicos.

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