Ella tiene miedo

Lleva aquí poco tiempo. Vino de la mano del amor y sabía q habría momentos duros. Pero está siendo mas difícil de lo q esperaba, porque, al lógico desarraigo, a la nostalgia, de repente se ha unido un miedo grande a esa epidemia q tanto daño está haciendo en su tierra. Sabe q su familia y sus amigos lo están pasando mal; sabe q la cuidad q tanto ama se ha paralizado, q sus padres trabajan cada día entre enfermos; sabe lo q sus amigos le dicen, prendida al ordenador todo el tiempo; pero casi es peor lo q no sabe, lo q imagina, lo q teme. Y de poco sirve q sus padres la prefieran aquí, lejos del contagio, y q ellos estén mucho mas tranquilos sabiéndola a salvo; ella no se lo puede quitar de la cabeza, no puede pensar en otra cosa, aunque su desazón no arregle nada. Entonces quisiera poder cerrar los ojos y estar allí, respirando ese aire (qué mas da si con virus), y volver a cerrarlos y estar otra vez aquí, y así juntar los dos trozos de ese corazón q se le ha partido por la mitad ahora más q nunca.

Yo la entiendo. Entre mis dos mitades no hay un océano, sino apenas trescientos kilómetros, y a veces me parece una galaxia entera. Poco a poco ella comprenderá q esa distancia nunca se hará menor, pero verá como su corazón se va ensanchando hasta hacerse tan grande q todo quepa, y cada vez se sentirá un poco más unida, más compactada con lo q es y siente, y podrá vivir feliz con todo el cariño q la rodea y llega sin importar de dónde. Aunque, claro, siempre habrá un día tonto en el q se le revolverán las tripas y el alma.

Y entonces, nena, respira hondo y sigue. Siempre sigue.

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