sábado, 16 de enero de 2021

ADAGIO EN IMAN HAYWOOD


 

Te rompería, amor, la fortaleza. Cerraría
mis ojos muy dentro de la soledad, muy próximo
a los andamios de la noche,
muy callado también en las médulas de junio pues algo
hay que me utiliza.
Te moriría a labios lentamente si conociera los signos absortos
de tu cuerpo recostado en un adiós.
Trazaría un recorrido que fuera mano salteada o acantilado
de agua dura o placidez redonda como Olleir y las acacias.
Pero sobre todas las cosas dibujaría tu nombre
en las ojeras azules de un niño o de una gaviota, porque así
la duración de lo que acaba se hace furiosa como ellos.
O bien me pondría los vestidos varados
que te alumbraban de espejos, de libros, de amor.
Besaría tus sentidos o tu jocundia mínima
pues así seríamos tan frágiles. Y al final partiría mis muñecas
con la lluvia.
Seríamos entonces dos líneas mutiladas, dos adjetivos
soñándose que abandonan su cuerpo con tibieza, con mosaicos.

Luis Miguel Rabanal

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