domingo, 2 de julio de 2017

Confesión de parte




Te digo que es de esas mujeres que te matan,
que tienen en sus dedos las caricias que queman,
y en su boca el océano cálido y primigenio.
Y debajo del ceñido pantalón vaquero
guardan la humedad asfixiante del trópico,
el olor de una playa cuando viene la noche.
Es de esas mujeres, amigo, que te matan.
Que tienen en su piel constelaciones
imposibles de abarcar con una mano.
Y en su sonrisa, en medio de sus labios,
puedes gozar de siestas y sudores
y comerte su lengua como si fuera un trozo
de corazón de azúcar, una roja sandía de verano.
No sé como contarte. Sólo un roce,
esa mano que, a veces sin quererlo,
se encuentra con su pecho al prender un cigarro,
basta para meterte en todos los infiernos
que deben de estar bajo el jersey de lana,
en el vientre que aprieta su cintura imposible,
en sus piernas arriba, donde el pliegue divino.
Qué quieres que te diga. Cuando habla y te mira
se deshace en tu pecho el corazón que vive,
y el mundo no es el mundo, es una estrella rota,
un jirón de deseo. Y sabes que estás muerto
porque entonces comprendes que es de esas mujeres
que te matan, amigo. Y que ya no hay remedio.

Rodolfo Serrano

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