martes, 16 de agosto de 2016

Paloma



Hace algún tiempo recuperé los sueños. Es decir, recuperé la capacidad de recordarlos. Durante años la noche fué un folio en blanco, un vacío de sensaciones, una nada onírica.
Pero, hace unos meses, libre del efecto hipnótico de las pastillas que ayudan a dormir pero que impiden soñar, empecé de nuevo y poco a poco, a recordar.
No me acuerdo cada noche de mis sueños. Solo a veces.
Pero esta noche alguien me ha hecho un precioso regalo. Paloma y yo nos hemos abrazado. Una Paloma joven, alegre, con el aspecto que tenía cuando era nuestra monitora en el gimnasio. Un abrazo fuerte y sanador, cálido, verdadero. Como si me dijera que nunca va a estar lejos, que no necesitamos oírnos ni tocarnos porque estamos cerca desde dentro, porque hay un hilo de oro que nos ata y nos envuelve y va de corazón a corazón, que se ríe de la muerte y trasciende cualquier otra cosa que no sea el puro cariño.
No me quería despertar hoy.
Qué suerte, qué regalazo.
Paloma. Siempre cerca. Siempre en mi corazón.

2 comentarios:

  1. Hay sueños que nos hacen tan felices que no quisiéramos despertar de ellos :)
    Besos y salud

    ResponderEliminar