sábado, 31 de mayo de 2025

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No se si estaba herida, o cansada, o triste. Cuando la vi allí, en la ventana del viejo edificio de Trinitarios, me acerqué con cuidado a mirarla. No quería asustarla. Me observó sin asombro, sin curiosidad. Yo le pregunté, bajito, si se encontraba bien, por esta manía mía de hablar con cualquier ser, vivo o aparentemente no, que percibo necesitado. Ella me miró sin miedo. Me pareció que solo buscaba descansar en su refugio, reposar quizás de la primavera, de la ciudad, de la vida. Me tomé la libertad de hacer esta foto, para recordar que, ni siquiera tener alas te hace inmune a las cosas que no te dejan volar. Y seguí mi camino, pensando en ella.

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