Esta Nochebuena no estaremos todos. Somos pocos en mi familia, y la mitad estará ausente. El bicho maldito atrapó a mi hijo (ha sido un ataque leve, por fortuna), así que su familia cenará en su casa y yo lo haré con la otra mitad de la mía.
Creo que lo único que me gusta de la Navidad es Nochebuena y Reyes. Este año no tendré una de esas noches, de la manera usual. Pero sé que soy afortunada, porque tengo conmigo a la otra mitad de los míos.
La Navidad es como una miel dulce y tibia. Se nos pega a todos los resquicios de la piel, nos trae recuerdos y vivimos demasiadas ausencias.
Aún con mi familia completa faltando a mi mesa, doy gracias. Porque están bien, nos queremos. Ojala todo el mundo pudiera tener tanta riqueza.
De mi corazón al vuestro: feliz Navidad.
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