miércoles, 13 de mayo de 2020

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Tiene que ser un árbol muy feliz, vestido así, con toda la belleza del cielo, el aire y las lagunas, con apenas el filo de una noche estrellada. Con el palpitar del aleteo suave, delicado, leve y profundo de tanta vida encima, llenándolo de risa, volviendo primavera su corteza de años. Porque, si yo fuera árbol, ese árbol bendito, sería muy feliz.

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