viernes, 11 de abril de 2014

Cristal blindado.

 
 
Estaba convencida de tener un blindaje protector. Un cristal fuerte, a prueba de todo. Tenía la seguridad de su fortaleza, ésa que se consigue a base de tiempo, sudor, lágrimas y batallas. Sabía que podía con todo, porque siempre pudo. Ningún daño procedente del exterior tenía la fuerza necesaria para quebrar su cristal, ya que toda fragilidad cabía en el hueco de su mano pequeña, del tamaño exacto de la medida de su corazón. Lo bueno, lo luminoso, lo suyo, estaba guardado celosamente dentro, a salvo de todo.
Ya no hacen cristales blindados como los de antes. Se rompen cuando menos te lo esperas. Quizás no supo ver las fisuras, quizás una calma aparente hizo explotar la transparente coraza y los cristales, líquidos como lágrimas, la miraban perplejos, tan extrañados, tan perdidos como ella misma.
Habrá que reparar esto, pensó. Decidió irlos pegando poco a poco, volver a construír su castillo, porque todo el mundo necesita ese refugio donde cobijarse y hacerse fuerte ante el feroz enemigo.
Sin prisa. En esto de arreglar cosas, correr no tiene sentido.

4 comentarios:

  1. Cierto, la mejor determinación es ponerse en cuanto se pueda, sin prisas pero sin pausa, a una detallada y firme reconstrucción, :)
    Besos y salud

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  2. En mi juventud yo era (o eso creía) mucho más fuerte, duro, y difícil de abrirme a los golpes que a menudo recibes. El tiempo me está reblandeciendo quizás en demasía, y hay ocasiones en las cuales me siento desnudo e indefenso como un niño y me resulta muy difícil cerrar puertas o levantar un muro a mi alrededor. ¿Cosas de la edad?
    Un abrazo.

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    1. No sé si de la edad. Puede q sí. Lo q está claro es q el cuerpo te para cuando debes pararte, Asusta tanta fragilidad. Sobre todo cuando la fortaleza es costumbre. Es una lección de humildad q aprendes sí o sí. Pero cuesta.
      Saldremos. En peores plazas hemos toreao.
      Otro abrazo para ti.

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