Esta ciudad ha empezado a arder. Se quema desde dentro, brilla bajo el sol y el cierzo la acaricia. Hoy dicen q todo está preparado, pero la actividad febril hasta el último segundo, los nervios q se notan en el aire, lo q falta por hacer y lo q ya está hecho ponen en pie de guerra hasta el último habitante de la vieja Salduba. El padre Ebro baja pleno y tranquilo, lamiendo las orillas de tanta ilusión puesta en apenas cuatro meses de enseñar al mundo lo q este pueblo es capaz de mover. Arde Zaragoza, y nos quemamos de ansiedad y de ilusión todos los aragoneses, porq, por fin, el mundo nos mira. Q nos miren, pues. Porq, mientras ardemos, vamos a iluminar.
viernes, 13 de junio de 2008
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