Llueve mansamente mientras aplaudimos en el balcón.
Pasa despacito un coche del SUMMA con la sirena puesta, y las personas que van dentro nos aplauden a nosotros. A pesar de la distancia, casi puedo ver sus ojos emocionados, que es casi todo lo que la mascarilla deja apreciar.
Ha tenido que ocurrir este cataclismo pavoroso para darnos cuenta, total y completamente, de la importancia de esta gente. Estos y otros, los que se ocupan de nosotros, de nuestra salud, nuestra higiene, nuestros alimentos, nuestra seguridad, nuestra mente y nuestra alegría. Luego están los de las mentiras, los bulos y el veneno, pero no merecen ni una palabra más.
Si se pudiera hacer una cadena con todo el agradecimiento, rodearía al mundo entero y lo salvaría.
Completamente de acuerdo contigo Sara. Un beso Maja
ResponderEliminarOtro grande para ti, Pura.
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