De repente presentí
el final del verano,
la memoria de una guitarra,
fragancias a lavanda y trigo viejo,
y en la cronología de las estaciones,
en la piedra tibia,
la luna de tu piel brillante,
el vestigio de la lumbre,
el rumor de tus pies descalzos,
propagando,
con violencia de pañuelos,
la saliva de la tarde.
Miguel Paz Cabanas