En Madrid pasé mi infancia. Vivimos allí hasta mi adolescencia, momento en que las circunstancias me alejaron de una ciudad que amaba (y amo) profundamente.
Entre algodones guardo el recuerdo de otros días como hoy, San Isidro, patrón de la ciudad y de todos sus habitantes. Mis padres me llevaban a la Pradera, lugar castizo de reunión. Llevábamos la comida y pasábamos el día.
En mi memoria, eran días calurosos, y los puestecillos de bebidas y barquillos tenían tremendo éxito. Toda la gente comía, sentada en mantas en el suelo, reía, charlaba con los que tenía más cerca.
Siempre he pensado que lo mejor de Madrid era su cargamento humano, las personas de brazos abiertos que siempre te ayudan y son amables. Nadie es extranjero en Madrid, ciudad hospitalaria y cálida, cruce de caminos donde no hay fronteras.
Este San Isidro sin reunión en la Pradera, sin verbena ni fiesta en la calle, no se parece a ningún otro. Pero los que somos madrileños, porque se puede ser de muchos sitios cuando los amas, tenemos el día de hoy un regustillo a chotis y a rosquillas, una añoranza dulce de otros días y la esperanza de retomar, el año que vendrá, el mantón de manila y el clavel en el pelo.
Madrid, ponte bueno y afina la puntería cuando elijas a los que te gobiernan, porque con estos no has estao fino.
Sabes que esta madrimaña alcalaína adora tus calles y tus parques, tus rincones, tus bocatas de calamares y, sobre todo, a tu gente maravillosa.
De Madrid, al cielo. Y un agujerito pa verlo.
Gracias querida por pasarte por mi blog por dejarme palabras lindas. Me gusta lo que escribes porque es tu verdad
ResponderEliminarabrazos desde Miami
Ha sido un placer visitarte, y amenazo con volver.
ResponderEliminarUn abrazo desde España.
Malos tiempos para celebraciones. El próximo año¡¡
ResponderEliminarMuy malos, si. Seguro q retomaremos.
EliminarGracias por venir, estas en tu casa.