(Foto de Ricardo Maria)
En el devenir del tiempo, estos días de pasos indecisos suman emociones que, a veces, no sabemos muy bien catalogar.
Porque sigue la vida. Seguimos teniendo proyectos, ilusiones, dudas; todo un abanico de colores para espantar a la derrota y al miedo. La distancia física es solo un contratiempo. Sabemos que hubiéramos estado lejos, de cualquier forma. Y al revés: nunca estuvimos más al lado, más cercanas las almas que en este momento.
Siguen ocurriendo las mismas cosas. Nos sentimos incomprendidos, desalentados, expectantes, ilusionados, amados. Tenemos la piel erizada por un recuerdo o un deseo. Lloramos casi a solas por miedo o por dolor.
Hacemos equilibrios, funambulistas torpes, al borde del ocaso.
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