La lluvia, mansamente, golpea en los
cristales
y cae como si fueran lágrimas desde el
cielo
Se parece el asfalto a una piel arrugada
por cuyos surcos dulces discurrieran los
ríos.
La experiencia de años que la azada no
cubre,
el pliegue decidido, un rictus de
tristeza
esa huella perenne que nos dejan los daños.
Y mientras llueve y llora un ángel desde
arriba
hay manos con ternura que alivian ese
peso
hay leves madrugadas, hay luz en las
farolas,
y la firme certeza de casi primavera.
Sara Royo
Con lo que me gusta a mi la lluvia, pero con la gripe que tengo, no seria buena idea sentirla...
ResponderEliminarBesos y salud
Cuidate esa gripe, Genin.
ResponderEliminarUn besico.
Todo, pero esto: Se parece el asfalto a una piel arrugada
ResponderEliminarpor cuyos surcos dulces discurrieran los ríos...
Me encantó.
Muchas gracias, David. Que tengas un estupendo finde.
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