Ella sintió una repentina molestia en su ojo derecho, como
si se hubiera metido una pestaña. Se paró, se quitó las gafas e intentó quitar
lo que fuera que estorbaba. Entonces él se dio cuenta y se acercó. Miró, no vió
nada dentro del ojo y sopló despacito, con cuidado, con ternura, con confianza.
Inmediatamente, ella se sintió mejor, mientras desde cientos de ventanas
enmarcadas las miradas de los lienzos los seguían.
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En una placita del viejo Madrid, con el aire oliendo a
lluvia y el suelo encharcado, un bocadillo de calamares es el mejor de los
manjares. Los gorriones acuden presurosos a recoger las miguitas. El tiempo
deja de tener importancia, todo se relentiza salvo ese momento. Y recuerdas una
canción del maestro Serrat: “que no hay q confundir valor y precio, que un
manjar puede ser cualquier bocado si el horizonte es luz y el mundo un beso”.
lo q de verdad importe no tiene precio
ResponderEliminarO sí. A veces es un precio muy alto. Pero lo q de verdad importa es el valor de lo q se obtiene a cambio.
EliminarGracias por venir, un besico.
Hay gente que no se atreve a decir que lo que mas les gusta es un par de huevos fritos con chorizo, patatas fritas con salsa de tomate y cebolla y mucho pan de pueblo para mojar...
ResponderEliminarYo me atrevo. Esas cosas son deliciosas. :)
EliminarPerdón, falta...
ResponderEliminarBesos y salud
Jajajajajjjaaa
EliminarBesicos para ti, Genin.