domingo, 13 de enero de 2019

Que Dios me perdone, pequeña




Yo busco el calor
que deja la prosa de tu cuerpo
en las sillas vacías de los cafés,
como un negativo en un cuarto oscuro,
y no me duelen prendas en admitir
que lo hago tenaz, obsesivamente,
y lo hago, que Dios me perdone,
en los bancos de las iglesias,
en los muros de los jardines,
en los púlpitos desolados,
y en esa fuente donde crece,
como un ángel violento,
la hiedra del otoño 
y el olvido:
el agua oscura de tu boca
profanando de noche mis sueños.


Miguel Paz Cabanas

4 comentarios: