(Foto de Teresa Salvador)
Este calor inmisericorde de primavera escasa, de estación apresurada
por empezar sin haber cumplido su misión, de junio recalcitrante.
Se pega el calor a las piernas y pesan, pesan… Se pega a los
brazos y a las alas y es otra cosa más (otra) que no deja volar ni despegar. Se
detiene, a veces, el tiempo. Se para el minuto suspendido en una atmósfera densa,
espesa, pesada, y pierde su sentido.
Yo echo de menos otro sitio, otro aire mas fresco, mas
verde, mas húmedo. Echo de menos lugares que nunca pisé, paisajes que nunca vi
pero que están adentro y susurran una marea de extraña nostalgia. Y vuelo hasta
allí, cierro los ojos y soy una libélula y me alejo del calor y del ruido, del
miedo y la incertidumbre. Solo por volar.
Para no pasar calor, yo, lo único que tengo que hacer es no salir del ranchito hasta la puesta del sol, que ya es respirable fuera... :)
ResponderEliminarBesos y salud
No todos podemos hacer eso, disfrutalo.
ResponderEliminarBesicos.