Hemos dormido esta noche en la terraza, como dos
murciélagas.
Ella, cruzada en la colchoneta de 80,
espléndida, reposada, feliz.
Yo, en el filito de dicho lecho, más en el suelo
que otra cosa, pendiente de arroparla, de oírla dormir, de respirarla.
A las siete de la mañana se ha despertado,
porque mira, yaya, hay luz, se ve el cielo por ahí y han apagado las luces de
la calle. Cuando tiene razón, tiene razón.
Luego, bajo el sol de la mañana, hemos jugado,
saltado en la cama elástica, paseado. Ella soplaba el chisme de hacer burbujas
con tremenda concentración. Salían montones cada vez, un arsenal de cristales
redondos y delicados, iridiscentes. Llenos, y es lo más importante, del aliento
vital de la primera increíble persona que ha compartido conmigo el dormitorio
de verano. Por eso, el aire esta mañana era un poco más limpio.
En el aire, su aire. En mi corazón, ella.
jajajaja Diagnóstico: abuelitis aguda... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Jajajajajajjajjjjjaaaa
ResponderEliminarEso me temo, si.
Besicos,