Ya no hacen cristales blindados como los de antes. Se rompen cuando menos te lo esperas. Quizás no supo ver las fisuras, quizás una calma aparente hizo explotar la transparente coraza y los cristales, líquidos como lágrimas, la miraban perplejos, tan extrañados, tan perdidos como ella misma.
Habrá que reparar esto, pensó. Decidió irlos pegando poco a poco, volver a construír su castillo, porque todo el mundo necesita ese refugio donde cobijarse y hacerse fuerte ante el feroz enemigo.
Sin prisa. En esto de arreglar cosas, correr no tiene sentido.
Cierto, la mejor determinación es ponerse en cuanto se pueda, sin prisas pero sin pausa, a una detallada y firme reconstrucción, :)
ResponderEliminarBesos y salud
Besos y salud para ti también, Genín.
EliminarEn mi juventud yo era (o eso creía) mucho más fuerte, duro, y difícil de abrirme a los golpes que a menudo recibes. El tiempo me está reblandeciendo quizás en demasía, y hay ocasiones en las cuales me siento desnudo e indefenso como un niño y me resulta muy difícil cerrar puertas o levantar un muro a mi alrededor. ¿Cosas de la edad?
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé si de la edad. Puede q sí. Lo q está claro es q el cuerpo te para cuando debes pararte, Asusta tanta fragilidad. Sobre todo cuando la fortaleza es costumbre. Es una lección de humildad q aprendes sí o sí. Pero cuesta.
EliminarSaldremos. En peores plazas hemos toreao.
Otro abrazo para ti.