Y yo, que no quiero nostalgia,
ni añoro tiempos idos,
tengo hoy en los ojos
la lluvia de la infancia,
sus voces en el cuerpo,
sus caricias, sus gritos.
A pesar ya del tiempo
hoy me pesa su ausencia.
Quizás sea la gripe, no se,
que me hace blanda
como la masa aquella
de anisadas rosquillas
en las tardes de invierno
de mi niñez lejana.
Y yo, que no me dejo
vencer por el pasado
tengo el alma revuelta
por echarlos de menos
tanto, tanto, tan fuerte,
que mi amor correrá
hasta llegar a ellos,
a mis muertos queridos,
a mi gente adorada.
Sara Royo

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