Si aquello que tocas se vuelve pausa y luz,
si lo que rozan tus ojos y sacia tu vientre
es verbo y miedo,
mi noche se empapa de soledad.
Lo que susurras y usurpa mis sueños,
lo que me hace rehén,
es un árbol creciendo dentro de una madriguera.
Te he visto acudir de noche
con palabras en la cintura,
los labios sedientos de luz,
con llamas de sangre en la tierra que pisabas.
¿Y si te dijera que cuando me nombras
renuncio a Dios?
No te alejes de mi piel;
no he de temer que me conviertas
en basalto ni raíz;
si acaso en pulpa trémula y corazón mudo,
un sitio donde tus besos
me sacien de sed
y retumbe mi noche
con gargantas de sangre.
Miguel Paz Cabanas
A mi no me sacian los besos, solamente... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Gracias por venir, Genin.
ResponderEliminarBesicos.