Pronto nos hundiremos en las frías tinieblas; ¡adiós, claro fulgor, de nuestro breve estío! Ya oigo caer con fúnebres golpes la leña que resuena en el empedrado de los corrales.
Todo el invierno ya penetra en mi ser: ira, odio, temblor, horror, trabajo duro y forzado, y, lo mismo que el sol en su infierno polar, mi corazón ya no será más que un rojo bloque helado.
Escucho tembloroso cada leño que cae; cuando alzan un cadalso no se produce un eco más sordo.
Mi espíritu parece a la torre que se derrumba bajo los golpes del ariete infatigable y pesado.
Acunado por ese constante golpear, me parece que clavan a toda prisa un ataúd en algún sitio. ¿Para quién? Ayer era verano; ¡he aquí el otoño! Y el extraño ruido suena igual que una partida.
II
Amo la luz verdosa de tus profundos ojos, dulce belleza, más hoy todo me es amargo, y nada, ni tu amor, ni tu cuarto, ni el fuego, me vale hoy lo que el sol que resplandece en el mar.
Pero no obstante, ¡quiéreme, tierno corazón!, sé madre hasta para un ingrato, hasta para un malvado; amante o hermana, sé la dulzura efímera. de un otoño glorioso o de un sol que se pone.
¡Breve tarea! La tumba espera; ¡está ávida! ¡Ah, deja que, con mi frente posada en tus rodillas, guste, añorando el blanco estío ardiente, el rojo amarillo y dulce del final del otoño!
Comparto desde aquí mis poemas con vosotros. Deseo que aniden en vuestros corazones, que sean bálsamo o elixir. Podéis llevarlos a otro lugar si os apetece, pero, por favor, citad su procedencia y a quien los escribió. Gracias.
Las imágenes de este blog son propias o pescadas en la red. Cuando sé la autoría, siempre la cito. Pero si ves alguna tuya y no quieres que esté, sólo dímelo y la quitaré.
Gracias, igualmente.
ResponderEliminarUn saludo.
Siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarGracias por venir, un beso.
Que así sea, amén... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Genin, q asi sea.
EliminarBesicos, gracias por venir.
Canto de otoño
ResponderEliminarI
Pronto nos hundiremos en las frías tinieblas;
¡adiós, claro fulgor, de nuestro breve estío!
Ya oigo caer con fúnebres golpes
la leña que resuena en el empedrado de los corrales.
Todo el invierno ya penetra en mi ser: ira,
odio, temblor, horror, trabajo duro y forzado,
y, lo mismo que el sol en su infierno polar,
mi corazón ya no será más que un rojo bloque helado.
Escucho tembloroso cada leño que cae;
cuando alzan un cadalso no se produce un eco más sordo.
Mi espíritu parece a la torre que se derrumba
bajo los golpes del ariete infatigable y pesado.
Acunado por ese constante golpear, me parece
que clavan a toda prisa un ataúd en algún sitio.
¿Para quién? Ayer era verano; ¡he aquí el otoño!
Y el extraño ruido suena igual que una partida.
II
Amo la luz verdosa de tus profundos ojos,
dulce belleza, más hoy todo me es amargo,
y nada, ni tu amor, ni tu cuarto, ni el fuego,
me vale hoy lo que el sol que resplandece en el mar.
Pero no obstante, ¡quiéreme, tierno corazón!, sé madre
hasta para un ingrato, hasta para un malvado;
amante o hermana, sé la dulzura efímera.
de un otoño glorioso o de un sol que se pone.
¡Breve tarea! La tumba espera; ¡está ávida!
¡Ah, deja que, con mi frente posada en tus rodillas,
guste, añorando el blanco estío ardiente,
el rojo amarillo y dulce del final del otoño!
Charles Baudelaire - Las flores del mal
Vaya regalazo, Thomas... muchas gracias.
EliminarUn abrazo.