Ella vino sonriendo.
Tenía en los ojitos
la luz de mil estrellas.
Entonces, despacito,
como quien da un secreto,
puso un beso en la punta
de mi yaya nariz
y otro beso callado
en la piel de mis labios.
Dos pétalos de rosa.
Dos caricias apenas
de su boca a mi alma.
Y entonces todo el día
cobró sentido y forma,
se perfumó mi tarde.
Porque ella es poderosa
y guarda en su bolsillo
la llave de mi risa.
Sara Royo
Se te cae la baba...
ResponderEliminarMuy bonito el poema :)
Besos y salud
Jajajajajajjaaa
ResponderEliminarSe me nota mucho, verdad?
Besicos.