Salimos del cole bajo el sol de la tarde de esta
recién estrenada primavera.
No vamos directamente hacia la esquina de la
entidad bancaria, infestada de feroces cocodrilos, como es habitual. Aunque ya
sabemos que diciendo las palabras mágicas (fus fus cocodrilo, vete a casa)
estamos a salvo de todo. No. Hoy vamos a explorar si ya han salido de sus
casas, que se llaman hor-mi-gue-ros, los
bichejos fascinantes y apresurados.
Y sí, hay hormigas por el suelo. Pocas aún. Pero
suficientes como para que ella se quede embobada mirándolas. Hacemos notar que
hay grandes y pequeñas, muy rápidas y más lentas. Les echa miguitas de su
croissant y algunas las atrapan en su boca y siguen corriendo hacia la
despensa. Mira yaya, me dice, estas llevan fruta.
Y fruta, o algo parecido,
deben ser las bolitas verdes que hay por el suelo y que las hormigas
recolectan.
Pude encontrar para ella un diente de león. Lo
sopló con el viento en contra y su pelo, de trigo maduro, se llenó de livianos
cristalitos de nieve de seda.
Tantas estrellas en sus ojos cuando ríen.
Ella me
da la primavera.
Las hormigas tan trabajadoras , ejemplo de esfuerzo y discipluna.
ResponderEliminarUn abrazo.
Asi es. Y ahora son los bichos preferidos de ella...
EliminarNo me gusta ese Triste despues del Azzul. :(
Besicos, gracias por venir.
Te lo da todo... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Me lo da todo. Es increible.
EliminarBesicos, Genin.