Los hijos nacen con unas alas invisibles.
Esas alas van creciendo con ellos. Así que les enseñamos a volar, a ser ellos mismos, a no necesitarnos; les entrenamos para la ausencia.
Y se hacen fuertes, libres y hermosos.
Hoy es el cumpleaños de mi hija.
Ella sabe volar. Es generosa y dulce.
Conoce las tormentas y los amaneceres.
A veces, la miro y me veo. Saber que estoy en ella, que siempre voy a estar, es la más bonita forma de inmortalidad.
La vida se celebra y hoy se reinventa en ella.
Felicidades, hija.
Que todo el universo conspire para darte lo que mas desees. Y que seas feliz.
Por siempre y para siempre voy a estar de tu lado.
Claro, es lo menos que deseamos a nuestros hijos siempre... :)
ResponderEliminar¡Felicidad a las dos!
Besos y salud
Muchas gracias, Genin.
ResponderEliminarUn abrazo.
Soy afortunado por poder leer cosas tan bonitas.
ResponderEliminarYo me siento afortunada con tu visita. Estas en tu casa.
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