Sospecho que las heridas de bordes rosados
tienen algo de luz.
Las ciénagas y los suspiros, también.
Si me rozas
con tus labios impacientes
sé que habrá un soplo de esperanza.
No me molesta el pudor de la noche,
pero en mi memoria la llama se aleja.
¿Dónde están las manos que cantaban
cuando suplicaba la rosa?
Puede que solo quede esta mañana,
la salitre vieja,
triste como un niño hambriento.
Habrá una víspera de palomas
y apuraré junto a la cama
las sílabas de tu nombre.
Entonces sabré que las heridas
nunca abandonan los labios,
y que las ciénagas y los suspiros, tampoco.
tienen algo de luz.
Las ciénagas y los suspiros, también.
Si me rozas
con tus labios impacientes
sé que habrá un soplo de esperanza.
No me molesta el pudor de la noche,
pero en mi memoria la llama se aleja.
¿Dónde están las manos que cantaban
cuando suplicaba la rosa?
Puede que solo quede esta mañana,
la salitre vieja,
triste como un niño hambriento.
Habrá una víspera de palomas
y apuraré junto a la cama
las sílabas de tu nombre.
Entonces sabré que las heridas
nunca abandonan los labios,
y que las ciénagas y los suspiros, tampoco.
Miguel Paz Cabanas
El colorido de esa foto es impresionante!!!
ResponderEliminarBesos y salud
La foto es bonita, pero el poema es una pasada.
ResponderEliminarBesicos, gracias por venir.